Cuadrantes Sónicos

Sonido Pop-Rock de creación y Artículos Escogidos... Reseñas del Programa "Cuadrantes Sónicos" de Podcast.

domingo, marzo 05, 2006

EDDIE PISTOLAS, VOZ DE "PÁNICO"

EDDIE PISTOLAS, VOZ DE PÁNICO, VUELVE A DISPARAR

“Nos entretiene jugar con el idioma tercermundista”

Se fueron, vencieron y ahora regresan. Pánico está en Chile para ofrecer varios conciertos después de cinco años. El buen momento que hoy vive la banda en Francia se traduce en viajes incesantes por Europa, elogios de prestigiosas publicaciones y la admiración de consagrados del rock como Franz Ferdinand. Aquí, el cantante y guitarrista del grupo toma distancia de los arranques de nostalgia, del éxito, los clichés latinoamericanos y de nuestra eterna mala memoria.

Eduardo,Eddie, Pistolas se ríe fuerte cuando uno le cuenta de lo estratégico que puede ser ausentarse un tiempo para quienes lo siguen con desesperación. De haber Pánico organizado presentaciones regulares en Chile, desde su partida a París –hace cinco años–, probablemente su presencia hoy en Santiago generaría el mismo cariño tibio que puede uno sentir por un ex compañero de trabajo a quien se encuentra por casualidad en el Parque Forestal.

Sin embargo, el grupo no ha pisado un escenario chileno desde que se bajaron del Teatro Providencia, el 29 de diciembre del año 2000, y es probable que en sus shows de fin de mes en Santiago y Valparaíso se atestigüen escenas de delirio. Hablamos de una banda que hace un tiempo hasta motivó un “Tributo a Pánico”, con grupos como Game Over, Fredi Michel y Tío Lucho.

“Obviamente, produce placer volver y que te digan: ¡Huevón, es que el disco es increíble; lo único que quiero es verlos tocar!”, dice el cantante y guitarrista a pocos días de haber aterrizado en Santiago.

TOCANDO ESTRELLAS

–Siempre en Chile han manifestado un gran entusiasmo por el grupo, ¿no?

–Bueno, hay un poco de eso de que el disco pasa a ser bueno porque alguien en el extranjero dijo que era bueno. O sea, “Rayo al ojo” (1998) es un disco que me encanta y que le podría haber ido mucho mejor en Chile de lo que le fue. Y creo que, probablemente, “Subliminal kill” (2005) hubiese pasado muy tibiamente acá si no fuese por las reviews que ha tenido en revistas inglesas y todo eso, que lo tengo claro, y no soy naive respecto al éxito.

–Además, ya sabes que acá es mejor relativizar.

–O sea, tengo grandes recuerdos de nuestro período de vida en Santiago, pero también sé que fue súper duro. Tampoco éramos un grupo muy respetado. La gente aplaudía que tuviéramos nuestro sello (Combo Discos), que nos moviéramos, pero... Hoy en día, estar pensando en si me va bien o mal en Chile es como juzgar mucho mi vida. Yo ya estoy en Francia.

–¿Qué es lo que más te tiene contento de la actual situación de Pánico?

–Reconozco que hemos tenido mucha suerte, en el sentido de lograr entrar en Europa a un circuito de grupos que ya están a un cierto nivel. Que vayamos a tocar a cantidad de países, y que haya gente que compre una entrada para ver a Pánico, eso me pone muy feliz. Hay mucha gente que no puede lograrlo. Si me preguntan “¿no quieren convertirse en súper estrellas?”, la verdad es que siento que así estamos la raja.

EUROPA APOCALÍPTICA

Eduardo Henríquez luce jovial bajo una melena que al fin ha dejado libre su color de pelo natural. Llegó a Chile junto a la bajista Carolina Tres Estrellas, y la hija de ambos, Ima, nacida en París luego de la partida de la banda. Los tres comparten hoy un departamento en el norte de la ciudad; urbe “cara”, “cosmopolita”, “competitiva” y “dura”, la va describiendo el músico en momentos diferentes de la conversación, y en la que Pánico se ha afianzado como un grupo merecedor de elogios en revistas europeas especializadas, como “Les Inrockuptibles”, “NME”, “Q”, que hasta las bandas del primer mundo buscan aparecer toda una vida en ellas.

–Somos como una curiosidad. La gente espera un grupo latinoamericano de música tropical, y se encuentra con un grupo indie con influencias de muchas cosas latinas bailables. Ese es un espacio que no compartimos, porque nadie está haciendo actualmente algo así. Poco a poco ha ido creciendo el respeto hacia la música electrónica que llega desde México, por ejemplo, y también hay varios músicos electrónicos chilenos a quienes les está yendo muy bien: Pier Bucci, Matías Aguayo, Ricardo Villalobos... Pero no es algo que suceda con el rock.

–Esa suerte de responsabilidad por “sonar latinos” puede, también, volverse una carga.

–Claro. En algún momento, lo que hicimos en “Telephatic sonora” (2001), con eso de querer citar la cumbia, nos jugó en contra, considerando que allá nadie conocía el pasado de Pánico en el rock. Nuestro objetivo nunca fue convertirnos en un grupo tropical.

–Jugar a ser latino también puede ser puro oportunismo.

–Totalmente, y me molesta mucho. Un rato quizás sí, pero no tanto. Lo que hicimos en el último disco fue ver cómo aplicar las enseñanzas que nos dejó haber trabajado con música latinoamericana de baile, pero integrando elementos más rockeros. Con un disco como “Telephatic...” ya es suficiente. Nos entretiene mucho más quizás jugar con el idioma; mezclar el español con el inglés de una manera tercermundista. Inventar palabras, expresiones. Eso creo que ha funcionado bastante bien, y tiene que ver con mezclar elementos europeos con códigos latinoamericanos no tan cliché.

–¿No es duro vivir ahora en París?

–Nunca es fácil llegar a Europa. En ese sentido, la vida en Santiago es mucho más agradable, y creo que aquí la gente tiene la suerte de vivir como en una especie de burbuja, porque la realidad europea es que estás como al centro de varias guerras simultáneas, y todo eso lo vives con un sentimiento muy apocalíptico. Nadie sabe mucho qué va a pasar. Allá se está dando ahora como una vuelta a la cultura thrash, se está haciendo música muy rara... como dicen los gringos, “anything goes”: cualquier cosa vale porque cualquier cosa puede pasar. Europa te pide que estés muy seguro de ti mismo, y la gente que no tiene convicción sobre lo que está haciendo no dura mucho tiempo. La manera de ser es muy individual, y siempre van a tratar de ganarte tu espacio. Hay que tener harta fuerza y voluntad para no parar los proyectos, sobre todo cuando son artísticos.

“NO TENGO AMARGURA

CON CHILE”

–Su contrato con Sony-Francia no prosperó, y entiendo que hasta pensaron en disolver la banda.

–Es que algo así es natural. Una banda de rock, sobre todo un grupo como Pánico, no puede hacer planes. Las cosas se van dando al día. Hay momentos en que uno realmente no sabe si va a seguir o no. Nos pasó en Chile, nos pasó allá... y me parece positivo, a la larga. Tener las cosas tan seguras, tampoco es muy excitante, ¿no? Siempre hemos dejado la puerta abierta a que puede pasar cualquier cosa; y lo que pase no es tan grave.

–Decías hace poco en un diario: “Somos un grupo diferente al que conocieron”.

–Pero es que sería muy triste que fuéramos el mismo grupo que se fue hace cinco años. Han sido años muy intensos. Nos hemos desarrollado como personas... hemos cambiado. Yo tengo una hija. Todos tienen sus vidas.

–Hay otros músicos chilenos en Europa: La Floripondio, Criminal, Fiat 600. Algunos de ellos recuerdan con amargura cuánto les costaba hacer música en Chile, en comparación con las facilidades que han conocido afuera.

–No puedo saber qué pasa con otras bandas. Nosotros nos fuimos porque teníamos la posibilidad de hacerlo. No sabíamos por cuánto tiempo sería y jamás tuvimos muy claro qué iba a pasar, pero queríamos tocar para un público más amplio. Yo no tengo amargura con Chile. El tiempo en el que estuvimos acá lo pasamos muy bien e hicimos todo lo que queríamos hacer: fuimos a todas las fiestas, pudimos drogarnos cuanto quisimos, e ir a la tele... cosas que uno no puede hacer tan fácil en Europa. Pero sí creo que hay algo que le concierne a los músicos chilenos, en general, y es que aquí hay muy poca memoria. Los grupos surgen, existen... y luego no existen más. O sea, ¿cómo es posible que hoy no se pueda comprar el primer disco de Los Cristianes o el disco de Emociones Clandestinas?

Publicado originalmente en: La Cultura Domingo, La Nación.

Escrito por: Marisol García.