Cuadrantes Sónicos

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jueves, abril 06, 2006

Rafael Gumucio: ''Soy gracioso cuando me pagan''

Y no es chiste

El escritor y columnista acaba de inaugurar el Instituto de Estudios Humorísticos, que tendrá un taller práctico y hará investigación sobre esa disciplina en Chile. Advierte que no es una fábrica de comediantes, sino una suerte de ‘gimnasio humorístico’ para los que ya tienen algo de materia prima.




“Ya no soy gracioso gratis, así que si digo un chiste ahora, te mando la boleta después”, advierte, y nada en su rostro deja claro si lo que dice es en serio o no. Por economía elemental, uno opta por reírse. Él tose cada dos minutos, y sonríe sólo una vez en toda la conversación. A pesar de eso, Rafael Gumucio es uno de los escritores y columnistas que con más éxito usan el humor en la actualidad. Sus incursiones en la pantalla en los programas “Plan Z” y “Gato por Liebre” aún son de culto para muchos.

Dice que no es gracioso. Al menos, no lo que se entiende tradicionalmente por “tallero”. Que tiene una visión del mundo que al resto le da risa. Una visión que pretende compartir con un pequeño grupo de alumnos de la Universidad Diego Portales, de modo experimental, ahora que acaba de formar el “Instituto de Estudios Humorísticos”. Aunque inicialmente pueda sonar a mal chiste, es bastante en serio: la iniciativa pretende entregar herramientas para administrar el talento humorístico de estudiantes de publicidad, periodismo y literatura.

El acto inaugural es la presentación de tres libros de humor gráfico: Chao no más, de Hervi, Chancho Cero, de Pedro Peirano y La calma después de la tormenta, de Rodrigo Salinas. Después de eso, el instituto tendrá dos áreas: el taller práctico y la investigación.

Advierte que el curso no convertirá a un latero en un Coco Legrand. La idea es pulir los talentos. “Tenemos conciencia de que no se puede inventar humoristas, y tiene que haber una cierta base sobre la cual trabajar”, explica. Él estará a cargo del taller, y también tendrá invitados. “Estaba pensando en invitar a Pedro un día para que hable del humor gráfico, o a Jaime Celedón, que es actor y sabe mucho.

-¿Cuál es el chiste de investigar el humor?
-No hay ningún chiste. Es empezar a darse cuenta de que hay una cierta tradición y una cierta forma de humorismo propio de Chile, que hay distintas vertientes, muchas veces ocultas o secretas, a las que queremos darles un poco de realce.

-El único antecedente que se me ocurre es lo que hacía Jodorowsky, explicando los chistes y por qué son graciosos.
-No, no tiene nada que ver con eso. En la literatura chilena, por ejemplo, hay muchos autores clásicos que han usado el humor; queremos rescatar eso, tratar de entender cómo hacían humor, qué tipo de humor había en ellos. No explicar los chistes, sino de dónde vienen, y si hay lazos entre un tipo de humor y otro.

-Pero una cosa es investigar el humor y otra cosa es tener un taller que enseña a hacer reír.
-No enseñamos a hacer reír, porque eso sería demasiado difícil, pero tratamos de desarrollar el talento que los alumnos ya tienen para darle mayor finura a sus trabajos, más afiate, y para que sean conscientes de lo que están haciendo. No vamos a transformar a nadie que no sea divertido en alguien divertido. Por lo demás, mucha gente que hace humor –y yo soy el caso- no es divertida, sino que aprende ciertas técnicas. La mayor parte de los que trabajamos con el humor no somos divertidos en un asado, no es que te puedan llevar para que hagas reír a todo un grupo. Tenemos una visión del mundo que nos permite escribir, dibujar o filmar cosas que sean divertidas. No es que esa gente haya aprendido una técnica, sino que es una visión que se produce inconscientemente.

-Le sale sin querer queriendo.
-Pero ahora queremos que les salga queriendo. Sabiendo.

-Sin embargo, un ‘Instituto de estudios humorísticos’ no suena muy gracioso que digamos.
-No tiene por qué ser gracioso, porque es parte de una universidad, no es una fábrica de humoristas.

-¿Es profesionalizar el oficio?
-Exactamente. Sobre todo porque hay pocas instancias para que la gente que hace humor pueda discutir entre ellos sus proyectos y sus trabajos, que evidentemente mejoran con la intervención de otras personas. No es como la literatura, que es algo que se hace para adentro; esto se hace para afuera. En realidad, esto es como la gimnasia: si tú no haces ejercicio, no vas a poder ser un buen gimnasta. Así que esto va a ser como un gimnasio humorístico: se va a poder usar distintas máquinas para que puedan desarrollar el músculo.

¿Ser gracioso no te obliga a mantener esa actitud ocurrente y divertida en instancias en las que a lo mejor no te interesa?
-Soy gracioso cuando me pagan. Si no me pagan, no soy gracioso. Ya lo tengo separado.

Publicado por: El Mostrador.cl.
Escrito por: Ximena Jara