Cuadrantes Sónicos

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martes, noviembre 27, 2007

Hugo Moraga: Recuperando sus canciones

Escrito por René Cevasco M. / Estrella de Valparaíso. 28 de mayo de 2004

Para los más jóvenes el nombre de Hugo Moraga no significa nada. Los más entendidos saben que él es el padre de Cristian Moraga, más conocido como Cee Funk, el guitarrista fundador que acaba de dejar a "Los Tetas".

Pero quienes tengan más años de carrete, sabrán que Hugo Moraga, fue uno de los cantautores destacados que entre fines de los 70 y principio de los 80, dio vida al movimiento del Canto Nuevo, desarrollado entre peñas y encuentros universitarios.

Sin embargo, Moraga apostó en los 90s como manager de los promisorios Tetas, hasta retirarse de la labor, y postular al Fondart con el que en el 2000, pudo financiar el álbum doble "Estrella del destino", que estrenará mañana en la noche en Valparaíso, en el pub La Piedra Feliz.

Con canciones como "Aquella flor" o "Canción marinera", dedicada al puerto principal de Chile, Moraga viajará por un repertorio que recupera sus clásicos de hace más de 20 años, con canciones nuevas, tal como su reciente trabajo discográfico presenta.

- ¿En este álbum doble, se ha recuperado material suyo de fines de los 70 y principios de los 80?

- El grupo de canciones que vienen en este CD juntan dos aspectos de lo que hago, que es cantar sólo con guitarra, además de con banda. En ese grupo estuvo la participación y producción de mi hijo Cristián que tocaba en Los Tetas (Cee Funk). La producción es a medias con él, y salieron varias canciones. Se recuperaron otras que solía tocar en peñas, encuentros universitarios, además del Café del Cerro.

- En el momento del Canto Nuevo. ¿Eran tiempos conflictivos?

- Sí, era conflictivo, porque en general habían circunstancias en que varios músicos como yo, estábamos en listas negras con respecto a la televisión. Yo traté de entrar a ella ón en 1977, en un programa juvenil. De ahí nunca más, aunque salí en Sábados Gigantes. El fuerte nuestro era tocar en peñas y encuentros universitarios, y ahí se estrenaban canciones que desaparecían o quedaban en cassetes. Se han encontrado muchos con canciones que ni me acordaba. En este disco doble hay varios de estos temas recuperados. Ahora estoy postulando nuevamente al Fondart, para hacer lo mismo. "Estela del Destino" es un Fondart del 2000, y si gano este año voy a grabar otro disco y publicar cosas viejas que he encontrado por ahí.

- ¿Ese archivo es muy abundante en material?

- Es bastante. No es mucha la cantidad de canciones, pero tampoco es poco. Tengo una cantidad de cassete y escritura que son de esa época y estoy tratando de recuperar. Empecé con este disco, en donde aparecen canciones que estoy cantando en mis shows actuales.

- ¿Destacaría algunas?

- "Aquella Flor", o mi canción a Valparaíso que se llama "Canto Marino". Las puse ahí con otras que había hecho entremedio o que estaba haciendo en ese momento. De ese disco canto mi homenaje a Juan Luis Martínez, el poeta viñamarino.

- ¿Tuvo alguna relación personal con Martínez?

- Era una relación de amistad, que más que conmigo fue con mi hermano. El se fue a Valparaíso y se quedó ahí, desde que se fue a estudiar a fines de los 60. Yo lo conocí ahí y tuve una amistad tangencial por esa razón. En el álbum también hay varias canciones nuevas que estado incorporando últimamente en mis shows, como antiguamente. En esa época pasaba algo y lo hacía canción, como en "Espíritu de luz", que se llamaba "Espíritu de libertad", que está dedicado a Rodrigo Rojas Denegri, que fue quemado junto a Carmen Gloria Quintana. El murió y la niña quedó desfigurada, y la canción fue hecha a los pocos días. Eso que sucedía trato de mostrarlo de nuevo en el cedé y en las presentaciones."

EL PRECIO DE UNA BANDA

- ¿Hay temas con la banda?

- Sí, Cee Funk toca guitarra y piano y suena bastante moderno. Hasta 1973, era auditor y bastante aficionado al jazz y al rock. De hecho empecé a tocar guitarra con Los Beatles y con los brasileños del bossa nova. El 73 me transformé en un cantor popular hasta que me hice manager de Los Tetas, entre 1994 hasta 1998. En esa época empecé a recuperar mi relación con el jazz rock y la fusión. De todas maneras el 84, hice "Niño de guerra", y en ese disco tocaba con músicos de primera calidad como Pedro Greene o Pablo Lecaros. El hecho de no tener una banda permanentemente es una cuestión económica."

- ¿Y ahora?

- Estoy tocando con un guitarrista porteño, que además toca el bajo, lo que significa un gran apoyo para mí. Desde el punto de vista económico estoy en una instancia laboral que no te permite explayarte como me gustaría. Como poner un cuarteto de cuerdas, un trío o un quinteto, por ejemplo."

- ¿Cee Funk no participa en vivo?

- En este momento no, porque está en el proceso de sus propias cosas, saliendo de Los Tetas y empezando a hacer su carrera de solista. La verdad es que aparte de lo que hicimos para el CD tuvimos una banda y tocamos tres veces. Pero el problema es como un pobre desconocido como yo, mantiene a un grupo con familia, con señoras y guaguas. Eso cuesta mucho.

Entrevista a Hugo Moraga: “El post modernismo no me viene”


Quien fue joven de los ochenta y anduvo en los circuitos hoy llamados alternativos, seguro que no olvida. No olvida canciones como la que decía: “Una señorita y yo, jugamos con el amor, sentados en un sillón que atardecía. Pero ella no quiso ser en el juego mi mujer, me di cuenta tiritando que no entendía”. Ese “Romance en tango” que sacaba chispas del corazón del auditorio, hablando de ilusiones, de amor, de libertad. Esta es una de las tantas canciones que se le deben agradecer a Hugo Moraga, el creador chileno profeta de la esperanza, y empresario involuntario que vendía discos en su domicilio en los ochenta, en el noventa y en el 2000 también.

Hugo Moraga se declara autodidacta, comenzó a tocar guitarra a los 17 años de edad, y al mismo tiempo escuchaba jazz progresivo, a los Beatles a Eric Satie a Nat King Cole, una de sus grandes influencias), samba argentina, mucho bossa nova a Gershwin, y John Coltrane. Todavía es de los que compra discos de vinilo y puede atestiguar que vio en la televisión chilena a Sarah Vaughan, a Charles Aznavour, a Elvin Johnes y a otros artistas de primera calidad.En el año 1973 después de dejar la carrera de Arquitectura en la universidad, empezó a escribir canciones, y en la guitarra buscó la forma de reemplazar la sonoridad del piano.

Resultado de su obra son melodías tan conocidas como: “Aquella Flor”, “El Corazón lejano”, “En cualquier momento”, “Espíritu de libertad”, “El hombre que nunca volviera”, “Isla Negra”, “Romance en tango”, “La vida en ti”, entre otras, registradas en los discos “Niño de Guerra” y "Estrella del destino".En 1975 viajó por Argentina y Uruguay, y luego siguió haciendo música en Chile hasta el año 1988, fecha en la comenzó a visitar con frecuencia Estados Unidos para trabajar. Muchos recuerdos quedaron del tiempo en que recorrió los andenes del Time Square en Nueva York y del compañero de ruta ciego que si no podía ver, le decía que podía oler y tocar.
De vuelta en Chile, ya en el año 1993, empezó a trabajar como manager de Los Tetas, agrupación pionera del funk en el país, integrada por uno de sus dos hijos, Cristián Moraga (Cee Funk, ahora Funk-C). Pero más allá de su gestión en el conjunto, hay toda una generación que recuerda a Hugo Moraga por esos temas que ya son clásicos del llamado Canto Nuevo.“Esas canciones llamaban la atención por el valor musical, también por las circunstancias en que se desplegaron fueron una especie de apoyo, de ayuda moral, de cobijo para mucha gente que tenía el ánimo de la música, el ánimo del arte. Muchos que tenían una sensibilidad respecto de lo que estaba ocurriendo necesitaban un cauce que no fuera la militancia para mantener activa esta sensibilidad. En ese momento la dictadura era una cosa bastante violenta y mucha gente reflexiva y sensible que no estaba en la militancia quería escuchar algo que los reflejara”, recuerda Hugo Moraga.
Tus canciones parecen muy complejas.
"Las canciones y la manera de tocarlas no son tan complejas, lo que pasa es que la manera de abordar la música con esa distribución de notas, armónicamente diferente a lo habitual, produce una sensación distinta respecto de la guitarra. Me imagino que alguna gente que estaba dedicada a la música o estudiantes pueden haberse sentido motivados a comprender la relación que había entre los bajos y las notas más altas en mi manera de tocar. Esos años me dejaron el haber conseguido un estilo".

¿Cómo surge “Romance en tango”?
"Es una canción un poco descriptiva de una supuesta vida de alguien que se enamora. Todas las cosas construyes son gatilladas por pequeñas experiencias, por pequeños conocimientos. A veces puedes escribir una canción sobre algo que alguien le paso. Siento que esas canciones estuvieron en un momento en que la gente quería escuchar eso. Cuando escribía “Romance en tango” había mucha gente que estaba cantando en las peñas otras cosas. Casi todas mis canciones son políticas, escribía sobre la libertad, sobre la necesidad de mantener la integridad frente a la avalancha que se nos venía. En todos mis discos, y era como el leif motiv de lo que hacía, ponía una ventanita semi abierta con una luna y abajo decía: “Al ladrón se le olvidó la luna en la ventana”, es un poema zen que expresa bastante bien lo que yo sentía en ese tiempo y lo que quería compartir, es decir, que a pesar de las circunstancias y de lo vapuleados que estábamos hay cosas inherentes a nosotros que iban a perdurar".

¿Tenías un lenguaje muy característico?
"Sí, ese puede haber sido mi logro, nunca fui un gran cantante tampoco fui un gran guitarrista y como compositor no soy ningún genio, excepto que todas esas pocas cosas que pude haber descubierto se combinaron en algo muy simple, que es una canción. La mayor parte de mi carrera la he hecho tocando solo".

¿Cómo lograste encontrar ese estilo?
"No sé lo que es, pero tengo la impresión de que cuando uno hace música y logra encontrar la hebra por donde explorar ocurre que se va abriendo un sentido del cual uno puede extraer ciertos elementos, con los cuales puedes darle forma a su obra. A medida que he ido envejeciendo se ha generado un cambio de valoración entre distintos aspectos de la música con la que fabrico mis canciones".

¿Qué valoras más ahora?
"He llegado a un punto en que mis canciones son más tranquilas, son menos exigentes o demandantes para mí como guitarrista, ahora puedo tocar guitarra de una manera en que antes no podía, y a la vez tengo una claridad que antes no tenía, es como dicen los viejos: cuando maduras empiezas a entender lo que hiciste. Estoy en una situación en la que puedo empezar a comprender lo que hice".

¿Te sientes trovador como se te ha llamado?
"No, nunca lo fui. Me han dicho de todo, desde trovador hasta cantautor y guitarrista, la verdad es que no soy nada de eso. Soy un artista que me expreso a través de la guitarra. Siempre he cantado pero nunca he sido un cantante y añoro tener los recursos como Sergio Méndez con dos niñas lindas, un buen baterista y hacer mi música".

¿Estuviste en televisión en las épocas pasadas?
"Grabé alguna vez con Horacio Saavedra para “Sábados Gigantes” y a pesar de que los músicos no entendieron muy bien lo que quería, quedó algo distintivo, nuevo. No es que ese mundo no me acogiera. Para ser acogido por ese mundo había que tener ciertas características que yo no tenía, el mundo de la música y la televisión y yo nos separamos. Era una época bastante dura en lo político y lo social, eso también gatilló el hecho de que no pudiéramos construir algo grupo, aunque tenía muy buenos amigos nunca pudimos hacer en conjunto".

Tu carrera parece bien trovadoresca.
"Ha sido así un poco obligado. Recuerdo que cuando fallecieron el “Gato” Alquinta (guitarrista de Los Jaivas) y el Jaime Vivanco (pianista de Congreso) fui a saludar al “Tilo” (Sergio González, baterista de Congreso) y me quedó la sensación de que había ahí una experiencia que no tengo, y es la de tener compañeros".

¿Te sientes parte de una generación de músicos?
"Sí. Me siento parte de una generación de músicos que fueron los primeros que le dijeron no a la dictadura, y aunque había una variedad de conceptos, todos esos músicos sólo tenían su guitarra y su voz, no había más recursos que esos. En mi caso se generó la necesidad de desplegar la música con las limitaciones que tenía, entonces tenía que tocar la guitarra de una manera que fuera bastante descriptiva, porque no había un bajo y tenía que expresar esas contra melodías o lo que uno sintiera con la guitarra y con la voz. Pertenezco a ese grupo de gente al cual llamaron cantautores o trovadores sin serlo, todos éramos músicos con limitaciones, tratando de sobre ponernos a ellas y eso le dio sentido a lo que hicimos, que se llamó Canto Nuevo".

¿Qué pasó contigo después de los ochenta?
"El año 1988 empecé a ir a Estados Unidos a trabajar allá. Me acoplé a una campaña de Ricardo Lagos para que fuera senador el año 1989. Pensé que cuando llegara la democracia se iba a sacar el velo respecto de la música popular y del arte popular y se iba a generar una circunstancia que nunca se dio. Cuando nosotros, los artistas, íbamos a tocar al Café del Cerro no había ningún político diciendo lo que nosotros decíamos. Ellos estaban organizando otras cosas, como por ejemplo el Grupo de los 24, estaban haciendo una preparación de lo que sería la democracia sin que supiéramos que estábamos fuera del sistema. Nosotros éramos los que poníamos la cara en el Café del Cerro para decir libertad, basta de tortura y muerte en un sentido bastante íntimo, no era una cosa ideológica sino más bien era emocional... no sabíamos que estábamos fuera del sistema".

¿Cómo ves la escena ahora?
"Hay dos tipos de artistas de los que estaban antes de la democracia; los que tienen manager y los que no tienen. Los que tienen manager pudieron llegar a niveles bastante interesante de difusión como Jorge González, Alberto Plaza, Alvaro Henríquez. Los que no tuvieron manager están siempre en lo mismo, por ejemplo, yo antes fabricaba mis casetes y los vendía y ahora hago discos, si quieres comprar mis discos tienes que ir a mi casa, igual que antes. Toda la vida he sido un empresario y no es que sea tan voluntario".

¿Y por qué no?
"Porque si yo tuviera un manager y la capacidad ejecutiva que tuve con Los Tetas, sería distinto, al final yo paré ese grupo, empecé a hablar en el 1994 o desde antes con la EMI y el 1995 firmaron un muy buen contrato para ser un grupo incipiente. Me ha sido muy difícil hablar de la calidad de mi música. Es más fácil pararse en un escenario y hacer lo que se pueda que hablar de lo que uno hace, entonces sin la posibilidad de ser mi propio manager no tuve posibilidad de meterme en este mundo". ¿

Hay una cierta desilusión cuando comentabas que los habían dejado fuera?
"Sí. Yo creo que la gente tuvo miedo".

¿Miedo de qué?
"Miedo de la transgresión de estos tipos que fueron formados entre la Casona de San Isidro, el Café del Cerro y cuanta peña hubo, domesticar a esta gente sería más difícil e incluso podría ser negativo. Reconozco que la gran obra de los gobiernos de la democracia es el Fondart, que pone la plata pero una vez que puso la plata las cosas quedan ahí".

Te quedaste en Chile, levantaste un grupo como Los Tetas, eres un referente musical para muchos, tus canciones son conocidas, entonces parece ingrato que no se sepa mucho de ti.
"La sicología de Chile es algo extraordinario. Si ves a tipos que han llegado desde lo más contestatario e idealista a ir a trabajar con los López Murphy o ves a este tipo que inventó el iceberg para llevar de muestra, si en este mundo cabe un tipo que estuvo de director de programación de Televisión Nacional que hizo un iceberg para representarnos como imagen, yo estoy perdido. Me pregunto: ¿qué hacen? Cuando le vendo un disco a alguien me quedo pensando ¿cuánto le cobro?, considero que es el resultado de mi trabajo, y pienso ¿qué hacen estos tipos?, por ejemplo, los creadores de imagen, hay unos que conozco que fueron estudiantes Filosofía, comunistas, del frente y ahora trabajan para la Codelco, para Lavín. Les da lo mismo, a mí no me da lo mismo".

Suenas convencido...
"A veces me quedo pensando si habré hecho bien o no. Hay cosas que me habría gustado tener...

¿A qué precio?
"Ahí es donde me gusta la palabra gratis. Si quieren contar conmigo lo voy a hacer gratis, pero no me cobren, porque yo en ese sentido tampoco cobro, no me gusta pedir cambios estructurales de la gente, y es por eso que el post modernismo no me viene, no me queda bien, estoy démodé en ese sentido, no me queda esta cuestión de ir de un lado para el otro, todo ahora es tan transversal".

¿Ha tenido algún costo para ti el hecho de plantearte así?
"El adjetivo que usualmente me acompañaba es conflictivo, la verdad es que nunca he sido conflictivo. Me fui estructurando de una cierta manera y quedé totalmente fuera del sistema, ahora evidentemente es un sistema que no me acomoda nada".

Quedaste fuera pero ni tan fuera, porque tu propuesta aún se mantiene en la memoria.
"A veces miro las circunstancias en las que estoy, y claro de repente los problemas económicos o ciertas cosas que uno ve me hacen pensar que ciertas personas podrían darse cuenta de que también estoy, y que está mi música, a lo mejor ese es el costo por haber tenido una manera de proceder, una manera de hacer la música y de sentir respeto por la canción y por la música en sí. La música es una cosa etérea pero que tiene un alma en si misma, tiene una dignidad y tiene un valor el relacionarse con ella. No he querido transigir con esto porque creo que la música es un valor inherente al ser humano que funciona a través de uno para que otras personas al escucharla se impregnen de ella. La música entra a través de algo y ordena ciertas cosas del ser".

En tu opinión, ¿quién es un gran referente en la música chilena?
"Mi interés por la música chilena empezó con Víctor Jara y Violeta Parra, ambos irradiaron nuevos elementos en la música. Víctor Jara empezó a abrir los acordes en la guitarra, a usar armonías más complejas, y Violeta Parra exploró elementos más clásicos que Jara, pero también con mucha intensidad, por ejemplo si escuchas “El Gavilán” te das cuenta que hay cosas muy locas ahí".

¿Te arrepientes de tu opción de haber sido creador o eso se manifiesta quieras o no?
"Se manifiesta quieras o no. A veces me arrepiento haber sido intérprete, cantante, porque la verdad es que nunca me he sentido cantante ni me gusta mucho. Me gustaría escribir algunas cosas orquestas. Como intérprete me gusta tocar guitarra. Podría arrepentirme de haber cantado pero no tenía opción tampoco".

¿Cómo trabajas tus canciones?
"No me gusta hacer canciones que sean clones de otras canciones, me gusta que cada una de mis músicas sea una música en sí misma, que no dependen de otra, no hay una estructura fija ni una receta, cada una de esas canciones es como tener un niño. Hay mucha gente que funciona con estructuras que les permite hacer canciones como empanadas, y aunque ninguna es igual a la otra son tan parecidas que no son".

¿Cuál es la que encuentras mejor lograda de tus canciones?
"La mayoría tiene sus encantos, hay cosas donde las cuestiones salen inconscientemente y se completan. Una vez que andaba con mi hija un tipo se acercó y me dijo: “¿Tú eres Hugo Moraga? Oye, ella es mi señora. Me case hace como una semana y antes de casarnos buscamos un mes un casete donde estuviera 'La vida en ti', porque cuando nos estuvieran casando queríamos escuchar esa canción”. Esas cosas me dejan pensando. Hice una canción para poder tocarla con la guitarra, uno no sabe el uso que le darán, y si alguien se quiere casar con escuchándola es notable".

¿Quiénes te influyeron en la creación?
"Me formé con los Beatles, con Chic Corea, Miles Davis. Cuando fue el golpe me puse a hacer canciones y a cantarlas, después de que pasaron muchos años encontré a Los Tetas y empezamos a trabajar y retome un hilo que había quedado cortado de la época en yo era joven rockero y me gustaba Yes o Emerson Lake and Palmer, ahí me puse a hacer música nueva. Actualmente han aparecido muy pocas canciones en el estilo de “La vida en ti” o “El Norte” o las que salieron en mis dos primeros discos".

¿Hay elementos de vanguardia en tus temas de los ochenta?
"A comienzos de los ochenta se hizo un encuentro llamado “Miércoles Ciudad Mágica”, en el Teatro Pedro de Valdivia, y estaban Eduardo Peralta, Juan Cristóbal Meza con un grupo, Pablo Lecaros, ahí hice cuatro canciones y le pedí al baterista que tocara de una manera en que no se había tocado acá que después se hizo recurrente. En los ochenta iba sintonizado con la vanguardia de la música popular inglesa. Acá no todo el mundo accedía a estas cosas, me llegaban por ejemplo grabaciones de Talking Heads, y captaba de lo que estaba ocurriendo en el mundo. Mis canciones están influidas por la música de otros, seguro que inconscientemente algo habrá de Satie, de Gershwin y de otros, también me gusta leer y sumado a las vivencias todo eso se puede transformar en algo que gatilla algo musical. El arte es el nexo que existe entre vanguardia y tradición, algo que conecta el porvenir con el pasado y siento la necesidad de hacer algo que junte estos dos mundos. Cuando joven yo pensaba solo en la vanguardia. No sé si cuando sea viejo pensaré solo en la tradición, por ahora si hago una balada es tradicional pero no es parecida a ninguna. Ahora hago canciones que son bastante más tradicionales pero con elementos proyectados para poder generar una idea de porvenir, de futuro".

¿Hoy con qué estás sintonizado?
"Con la gente más joven. He escuchado a algunos españoles, a los tipos del hip hop, Charli Hunter".


¿Crees que el hip hop todavía es vanguardia en Chile?
"El hip hop, el jazz o el tango pueden ser vanguardia o tradición. Lo que hagas puede tener las características de vanguardia, porque abre caminos a una sensibilidad que te puede llevar hacia nuevas cosas en el misterio del futuro, ya ves que los Beatles fueron vanguardia cuando cantaban “Michelle” y es una balada totalmente tradicional".

¿Qué temas has trabajado en el último tiempo?
"Hay un disco que hice, “El Cinematore” donde están las últimas composiciones, son cosas que hice directamente al computador excepto un par de canciones que estaban hechas de antes, también hay una canción antigua y muy tradicional en mi sistema de hacer música que se llama “Niñas” y habla sobre la libertad y la soledad y la idea de cómo estos dos elementos van juntos, parece que siempre se da eso. El ser humano tiene una cara que va hacia adentro y no tiene más perspectiva que ver todo desde su propia conciencia y a la vez tiene la emotividad que hace que reconozca su relación con los demás y su universo, estas niñas juegan, al parecer mientras más libre eres más solo estás y al mismo tiempo son los lazos, esas ataduras las que te dan la relación que te acompaña".