Cuadrantes Sónicos

Sonido Pop-Rock de creación y Artículos Escogidos... Reseñas del Programa "Cuadrantes Sónicos" de Podcast.

lunes, enero 16, 2006


Flavio Cianciarulo: con nuevo disco, "Sonidero"
"Soy fan de los Fabulosos Cadillacs"

El bajista terminó un libro y planea un DVD con imágenes inéditas de su ex banda

Al parecer, toda idea que Flavio Cianciarulo tiene en su cabeza debe terminar en otro lado. Ser publicada, casi sin filtros. Necesita contar cosas en su página de Internet y en un libro, "Rocanrol", de próxima aparición junto a un EP de cuatro temas. On line a veces firma su "antiblogga" como Flavio Sonidero o Sonidero K-chengue o Brujo de Xihuatanejo. Entre sus comentarios se pueden encontrar frases como ésta: "Estoy esperando volver a ser un rockstar para poder aparentar no serlo. Me dijeron los del rock nacional que acá era así".

Flavio también necesita producir grupos y grabar al frente de su proyecto La Mandinga. Ya tiene cuatro discos desde la disolución de Los Fabulosos Cadillacs, el grupo con el que hizo carrera y que hoy venera desde el lugar de un fan. Tiene ganas de armar un DVD con registros nunca editados de los Fabulosos, y esta noche compartirá escenario (cada uno con su proyecto) con Vicentico, su antiguo compañero, en el festival de Jesús María.

Tal vez por eso, en el nuevo disco en solitario, "Sonidero", arranca con el tema "1985", que habla de los comienzos de aquella banda y está interpretado por varios músicos que participaron en la formación inicial. "No es por algo nostálgico, sino porque estaba buscando la magia de aquel momento", dice el bajista y compositor, antes de un ensayo con su grupo mandingo.

Es tarde de sol y el patio de la sala de ensayo parece el mejor lugar para la charla. Flavio regala "pins" de su merchandising. Son los que traen la máscara de un luchador (sí, la misma que aparece en el arte de tapa de sus últimos discos). Luego cuenta que cuando era chico su abuela lo llevaba a ver "Titanes en el Ring". "Me gustan las máscaras; soy un fetichista crónico y la máscara es el fetiche por excelencia", afirma.

Además, en el disco nuevo se define como "antipoeta cursi". "Pero nada es tan en serio. Las palabras tienen su peso y su liviandad, y uno juega con ellas", aclara frente al grabador.

Hasta parece que todo fuera parte de un juego cuando se lo escucha decir que está viejo, aunque insista para que tras su declaración no haya risas como devolución. "Ya tengo 41, estoy viejo", dice como si hubiera saltado de la juventud a la madurez sin escalas en los años de señor adulto.

La música que se escucha en "Sonidero" parece resumir el estilo de Flavio y es señal de que dejó de lado algunas búsquedas plasmadas en sus primeros discos solista, "Flavio, solo, viejo y peludo" y "El Marplatense". "Jugué con otros elementos y publiqué discos mientras aprendía. Así también fue con los Fabulosos, publicábamos discos a medida que aprendíamos a tocar. Siempre digo que los discos son capítulos que están en uno. Ni siquiera abandonados, quizás en un stand-by a la espera de otro momento. Y éste, "Sonidero", es mi esencia. Es un disco de rock; está hecho desde donde yo entiendo el rock."

-¿Cómo es su manera de entender el rock?

-Creo, modestamente, que soy de la primera camada que sembró lo primero del rock latino. Con los Cadillacs

nos pasó que, estando dentro de los ritmos latinos, en Estados Unidos nos metían en festivales de salsa. Nos miraban raro. Nos sentimos sapo de otro pozo hasta que después apareció un circuito (de rock latino) rentable y apetecible para productores. Yo le veo mucho rock al ska, y es el que más me late. Aunque me gusta todo el rock, sobre todo ahora que soy viejo.

-¿Para qué cosas sos viejo?

-Lo soy de edad. Pero no para seguir rockeando. Por suerte hay rockeros que, a los 60, nos demuestran que se puede seguir ahí firme. Tengo mi parte infantil, fijate cómo me visto, pero los 41 años los tengo.

-Y pasaron veinte años desde 1985, momento que ahora recordás en un tema.

-Pero no quise caer en lo nostálgico. Quería recuperar la magia de ese momento. Necesito decirme eso y sentirlo.

-¿La Mandinga sería como los Cadillacs, pero con una sola opinión?

-Soy un solista. Pero suena como Paul McCartney and Wings o Ian Dury and The Blockheads? Yo quiero ser Ian Dury. ¡No físicamente!

-¿No estás viejo para aquello de Ian Dury: "Sex and Drugs and Rock and Roll"?

-Más allá del tema con el que le fue bien, me encanta su discografía. Fue influencia de una de mis influencias. Te vas a dar cuenta de que a Madness le gusta mucho Ian Dury, y a los Cadillacs les gustaba mucho Madness. Por eso yo volví a Dury.

-Pero con la mixtura...

-Siempre. Y a la herejía. Incluso fui a ritmos muy subestimados por algunos. De hecho, así fue en el 85 con el ska. Por suerte hoy es muy cool. Me pone contento si pienso que en su momento nos trataban de mogólicos. Ahora estoy produciendo una banda de ska, Satélite Kingston, que me encanta. Con mi esposa somos fans y puedo producirlos? también me gustaría tocar (con La Mandinga) en festivales de ska y de reggae.

-Y terminás tocando en el festival de folklore de Jesús María, el mismo día que Vicentico.

-Creo que nos pusieron por eso. Es una fecha ocasional. Está bien. Hay que estar en todos lados.

Con ese mal, mal rock

Flavio convocó a un par de ex compañeros fabulosos para grabar "1985". Luego, los Cadillacs se juntaron y registraron un tema para un homenaje a Andrés Calamaro. Ahora Vicentico y Cianciarulo comparten escenario (cada uno con su proyecto) en el festival cordobés. El público vuelve a tener esperanzas de la reunión.

-¿Te molesta?

-No. ¿Vas a frenar a los pibes? Me parece lógico. La gente que te quiere te exige. Mientras no alteren ese umbral de la exigencia y buenos modos no me molesta que pregunten si nos volvemos a juntar. Creo que la gente se merecería que volvieran los Fabulosos? No sé si conmigo. Yo estoy feliz con el proyecto La Mandinga, que es mi actualidad y realidad.

-¿Existe la posibilidad de que vuelvan sin Flavio?

-En determinadas cosas uno no tiene un pensamiento lineal. A veces creo que, artísticamente, estaría bueno que volvieran los Cadillacs y otras creo que sólo sería una cuestión de plata. Para mí fue un honor haber tocado con esa gente. Por eso escribí "1985" y nos seguimos viendo. Sabemos de los músicos y de los egos y de los celos horribles que tenemos. Todos los tenemos. Muchos se separan y se disparan balas. Históricamente el rock tiene un anecdotario sobre eso. En cambio, yo soy fan de los Cadillacs y "1985" representa el orgullo de haber tocado con esa gente.

El grupo nunca se disolvió formalmente. Según Flavio, la formalidad es para que las bandas hagan una gira de shows. "Pero físicamente hoy no hay Fabulosos Cadillacs. Están en los discos y me encantaría que estuvieran en un DVD porque tenemos muchas out-takes que a mucha gente le gustaría tener. Podríamos haber hecho un asado, pero nos juntamos a grabar (para el homenaje a Calamaro) por una iniciativa de Vicentico que me pareció genial. Grabamos y la cosa quedó ahí. Después cada uno volvió a su realidad."

Flavio volvió a sus discos, a canciones que pueden hacer una referencia al sospechoso "bidón" mundialista, homenajear a Chico Science o contar una historia sobre un "Zombie de Karupá", con sonidos de ska, reggae, murga, canción mexicana, tambores, bandejas de DJ y samplers, entre otros continentes musicales que incluyen a Los Cadillacs como influencia. "Porque para mí son una influencia dentro del proyecto Mandinga", asegura.

Sin embargo, el músico sigue concentrado en crear su propio estilo. "Soy de los que puede volcar cualquier cosa en un papel. Te invito a visitar la página www.flaviomandinga.com , donde, justamente, escribo, y ahora estoy haciendo el libro. ¿Cómo escribo? No tengo elementos técnicos, pero es mi corazón el que manda."

Flavio con su banda La Mandinga


Publicado originalmente por: Diario LA NACION, Argentina.
Escrita por: Mauro Apicella

Link corto: http://www.lanacion.com.ar/772620

Soledad Gimémez, la voz de Presuntos Implicados, anuncia que deja el grupo en mayo

La cantante dice en un comunicado que ha sido la decisión "más difícil y dolorosa" de su carrera


Soledad Giménez (París, 1963), la voz de Presuntos Implicados, abandona el grupo tras 22 años de éxitos. Así lo anuncia la cantante en un comunicado en el que hace pública la decisión "más difícil y dolorosa" de su carrera para, según dice, evitar "rumores insanos".

"Hoy tengo la obligación de comunicar una triste noticia. Después de un largo periodo de reflexión y de haberlo meditado profundamente, he tomado la decisión más difícil y dolorosa de toda mi vida, la de dejar el grupo Presuntos Implicados, formación en la que he desarrollado toda mi carrera profesional y que me ha dado como cantante y músico lo poco o mucho que soy; que me ha permitido durante veintidós años dedicarme a la música y junto a mis compañeros, alcanzar un sueño", afirma Giménez.

Esta decisión responde a su "necesidad íntima y personal de afrontar la vida con honestidad reconociendo el cansancio emocional y el agotamiento al que he llegado por mi manera distinta y personal de entender las relaciones". Una decisión "existencial" con la que pretende tener "una vida más sincera en la que pueda trabajar con mayor armonía e ilusión".

Giménez recuerda que aunque comunicó esta decisión a su hermano Juan Luis y a Nacho Mañó, sus compañeros en Prestuntos Implicados, el pasado mes de agosto, no dejará definitivamente la formación hasta mayo, cuando finalice la gira de teatros que el grupo está realizando.

"Mitigar rumores insanos"

"Hoy he creído conveniente hacerla pública para mitigar rumores insanos. Por todo ello, quisiera mantener un respetuoso silencio hasta que finalicen nuestros compromisos", apunta la artista, agradeciendo a sus compañeros "el buen trabajo y la paciencia que han demostrado tener" con ella.

"Y doy mis más sinceras gracias a todos los que de alguna manera habéis contribuido a que Presuntos Implicados fuera lo que es, un buen grupo, querido y respetado. Gracias a todos", concluye.

Veintidós años de grandes canciones

En los años de eclosión de la movida madrileña, la periferia también aportó nombres importantes, aunque lo tenían más complicado al estar lejos de los canales de difusión centralistas. Un buen ejemplo de ello fue Presuntos Implicados, trío formado por los hermanos Soledad Giménez (París, Francia, 27 de febrero de 1963), Juan Luis Giménez (París, Francia, 29 de mayo de 1959), hijos de emigrantes españoles en Francia, y Nacho Mañó (Valencia, 19 de julio de 1963), quien entró en contacto con la el grupo en 1987, cuatro años después de su nacimiento.

Desde entonces Presuntos Implicados se convirtió en una de las bandas más sólidas de la música pop española. Gracias a su tercer disco, Alma de blues (1989), su carrera comenzó a ascender rápidamente. Canciones como Alma de blues, Cómo hemos cambiado, Mi pequeño tesoro, Cada historia, Mil mariposas o Gente, no han hecho sino confirmar su posición de grupo de primera fila.

A lo largo de sus 22 años de singladura, Presuntos Implicados ha editado una docena de discos de los que ha vendido más de tres millones de ejemplares en España.

Carreras paralelas

Los tres componentes de Presuntos Implicados han trabajado en diversos proyectos paralelos en sus más de dos décadas de existencia. Tanto Nacho Mañó como Juan Luis Giménez han continuado dando rienda suelta a sus inquietudes como productores, músicos de sesión, arreglistas y compositores de otros artistas. Sole, por su parte, también realizó colaboraciones esporádicas con otros grupos e intérpretes como Joan Manuel Serrat, Revólver, Tximo Tébar o Joan Amèric.

TEXTO ÍNTEGRO DEL COMUNICADO ENVIADO POR SOLEDAD GIMÉNEZ A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN HOY

Hoy tengo la obligación de comunicar una triste noticia.

Después de un largo periodo de reflexión y de haberlo meditado profundamente, he tomado la decisión más difícil y dolorosa de toda mi vida, la de dejar el grupo Presuntos Implicados, formación en la que he desarrollado toda mi carrera profesional y que me ha dado como cantante y músico lo poco o mucho que soy; que me ha permitido durante veintidós años dedicarme a la música y junto a mis compañeros, alcanzar un sueño.

Esta es una decisión que responde a mi necesidad íntima y personal de afrontar la vida con honestidad reconociendo el cansancio emocional y el agotamiento al que he llegado por mi manera distinta y personal de entender las relaciones; una decisión existencial con la que pretendo tener una vida más sincera en la que pueda trabajar con mayor armonía e ilusión.

Aunque esta decisión fue comunicada a mis compañeros el pasado mes de agosto, no se llevará a cabo hasta mayo, cuando finalice la gira de teatros que estamos realizando. Hoy he creído conveniente hacerla pública para mitigar rumores insanos. Por todo ello, quisiera mantener un respetuoso silencio hasta que finalicen nuestros compromisos...

Agradezco a mis compañeros el buen trabajo y la paciencia que han demostrado tener para conmigo. Y doy mis más sinceras gracias a todos los que de alguna manera habéis contribuido a que Presuntos Implicados fuera lo que es, un buen grupo, querido y respetado. ¡Gracias a todos!.

Un beso,

Soledad Giménez

Artículo publicado en: Diario El País, España. 16/01/2006

domingo, enero 15, 2006


PETER HOOK

"Odio que pidan Smiths"

El bajista de New Order toco como DJ en Punta del Este. Habló de los pros y los contras, de su banda actual y de la película sobre joy división.

Ser dj es un pobre sustituto para las giras, pero igual me hace sentir joven y divertirme". Peter Hook se confiesa. El bajista de New Order mata la inactividad del grupo en las bandejas. Pasó por Punta del Este para pinchar en una exclusiva fiesta en una goleta y cruzando mal carácter y humor corrosivo, se sinceró: "Con New Order no tocamos suficiente. Y ésta es una excusa para salir de gira y que me paguen una buena cantidad de dinero".

—¿Cuándo empezaste como dj?

—Hace un año más o menos. Es una excelente manera de que te paguen por emborracharte. Mani (Primal Scream) me invitó: yo estaba con el nuevo LP de New Order (Waiting For the Siren's Call). Y estaba harto de la música. Ser dj me dio la posibilidad de volver a escuchar música.

—¿Si tuvieras que elegir un hit del verano, de cualquier temporada?

Seasons in the Sun (1974) de Terry Jacks.

—En el verano del '87, "Blue Monday" fue un gran hit acá...

—Bueno, cuando lo lanzamos fue un éxito en Ibiza. En Inglaterra, no le fue muy bien hasta que la gente regresó de vacaciones. Y ahí sí.

Los sets de Hook van del punk al rock actual. Stop inevitable: las versiones inéditas y piratas de New Order, para dejar contentos a los fans. "Al empezar, pensaba: 'No voy a pasar nada de New Order. Es estúpido tocar mis discos'. Pero insisten y tuve que amoldarme. La mayoría de las veces la gente se enoja porque no hacemos giras. Si pasara por acá, me dirían, "¿por qué no vienen a la Argentina?".

—¿Y por qué?

—¡Los otros tres son los que no quieren venir! Yo estoy acá. Igual, lo que más odio como DJ es que me digan qué tocar.

—¿Qué te piden?

—The Smiths. Odio a Smiths. Odio a Morrissey y se enojan. Tengo pocos discos porque sólo toco lo que me gusta.

Entre ellos están, claro, los de Joy Division, la banda que lo tuvo como fundador y que, en este momento, revive en el rodaje de Control, la película dirigida por Anton Corbjin (fotógrafo y gran amigo): "Participamos mucho porque Anton es un gran fan y un amigo. Hasta nos pidieron que hiciéramos la banda de sonido".

—¿Está basado en un libro de Deborah Curtis, la viuda de Ian, que es un poco despiadado?

—Ella lo escribió desde su punto de vista. Yo no vi a Ian en la casa, cambiando pañales, ni pagando facturas. Yo puedo hablar solamente desde mi punto de vista en el grupo. Ella pintó un panorama distinto. Está en su derecho.


Publicado originalmente en: Diario Clarin, Bs Aires, Argentina. 15/01/06
Escrito por: Txt. Mariano Del Aguila.


LAS MEMORIAS DE BOB DYLAN

Dylan escribe la canción de su vida

Ubicado ya casi en la categoría de mito, Bob Dylan siempre sorprende: en nuestro país acaba de editarse el primer volumen de sus "Crónicas", donde el músico, poeta y escritor, nominado varias veces al Nobel, hace una crónica vital, aguda e incisiva de sus comienzos como músico y compositor.


El Viejo Bob es el cancerbero que se burla de Bob Dylan. Cada tanto, esta deidad de los 60 reaparece, haciendo que los nostálgicos estallen en elogios ("¡Ha vuelto el Viejo Bob!") pero enojando al señor Dylan al punto de querer mandar todo al diablo. Al menos, así es como lo expresó en sus asombrosas memorias reunidas en Crónicas. Volumen I.

Aquí Dylan dice que se puso rabioso cuando, justo antes de cumplir los 30, lo convencieron de ir a la Universidad de Princeton con la promesa de un doctorado honoris causa, para encontrarse con que lo proclamaban "la auténtica expresión de la conciencia perturbada y preocupada del joven estadounidense". Se enojó aún más cuando Robbie Robertson, de The Band, uno de los pocos contemporáneos de Dylan que no leerá estas crónicas con total fascinación, se atrevió a tratarlo como el gurú reinante de la escena musical. El lugar del hecho fue Woodstock, Nueva York, pero ahora el músico y compositor dice haber sentido "que bien podría haber estado viviendo en otra parte del sistema solar".

¿En qué parte? Ténganlo por seguro: no es la parte que imaginan. Como expresa la Esfinge con atípica franqueza, para decirlo suavemente, Dylan reconoce tener gustos notablemente fuera de moda y puntos de referencia inverosímiles. Se pregunta por qué no fue uno de los tres integrantes de Peter, Paul and Mary. Tiene cosas lindas para decir del Kingston Trio, del senador Barry Goldwater, Mickey Rourke, Frank Sinatra y Bobby Vee. Siente afinidad con Ricky Nelson, aunque sólo uno de los dos creció en un exitoso programa de televisión de los 50. "Era como si él hubiese nacido y crecido en Walden Pond donde todo era maravilloso, y yo hubiese salido de oscuros bosques demoníacos —escribe—; la misma selva, sólo una forma distinta de ver las cosas".

Le interesa la historia militar, a tal punto que reacciona con menos sentimiento ante los acontecimientos históricos de su época que a los de la Guerra Civil. "La atroz verdad" de esa lucha, agrega, "podría ser el gran patrón detrás de todo lo que escribo".

Otro tipo de recuerdos

Este libro recupera los primeros movimientos de creatividad de su autor con sorprendente urgencia. Dylan está plenamente presente al revivir los albores de su carrera de compositor. "No es que un día te despertás y decidís que necesitás escribir canciones", confiesa. En cambio, recuerda haber sentido la necesidad de "convertir algo. Algo que existe en algo que no existía aún".

Y es igualmente vital con respecto a las sensaciones de sus últimos años, la deprimente impresión de cargar con el legado de 16 toneladas de peso del Viejo Bob. "Era como llevar un paquete de carne totalmente podrida —escribe sobre sus canciones más aclamadas—. No podía entender de dónde venían". En estas memorias, Dylan convincentemente recorre el camino que va desde la cima de un futuro prometedor a ser "un jefe de Estado ficticio de un lugar que nadie conoce", estancado en "el pozo sin fondo del olvido cultural".

Deliberadamente, sin duda, Crónicas. Volumen I pone de relieve la insuficiencia de los esfuerzos de los biógrafos por reconstruir los mecanismos interiores de Dylan. Sin demasiado interés por los sucesos que supuestamente marcaron un hito en su vida ni por la cronología o la geografía específicas de sus movimientos, el autor prefiere indagar en otro tipo de recuerdos. Y, una vez más, rinde homenaje a Woody Guthrie —otra figura que no se caracteriza por la exactitud autobiográfica— con un estilo de escritura tanto certero como profundamente fantasioso. Para describir su primer contacto con visionarios y revolucionarios que lo conmovieron (Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Martin L. King), escribe: "Era como si los conociera, como si hubiesen vivido en el patio de mi casa".

La narcotizada locuacidad de su novela de 1996, Tarántula, no se advierte en ningún momento ya que Dylan —quien sostiene que ahora tiene en el paragolpes de su coche una oblea que dice "El mejor abuelito del mundo"— echa una mirada retrospectiva a su vida. No obstante, Crónicas no tiene nada de inocuo. Es un libro lúcido sin ser lineal, un libro que sigue los remolinos del tiempo sin perder su fuerte ilación. Y comienza y termina en más o menos el mismo lugar: la calma antes de la tempestad, la víspera de la fenomenal fama del Viejo Bob. Al empezar el libro, le presentan al boxeador Jack Dempsey, que confundió a Dylan con otro luchador. Por supuesto, Dempsey no se equivocaba.

Reinventarse a sí mismo

El "Holden Caulfield de Hibbing, Minnesotta" (como a veces se presenta Dylan), llegó a Greenwich Village alrededor de 1961 y quedó deslumbrado por sus imponentes personajes. Los delinea de manera sucinta y audaz, aunque eso difícilmente pueda considerarse una sorpresa. Dave Van Ronk, quien le dio a Dylan la primera oportunidad de actuar en un local nocturno de Nueva York, "era apasionado y urticante, cantaba como un mercenario y sonaba como si hubiese pagado el precio". Una mujer llamada Chloe Kiel "era absolutamente genial, canchera de pies a cabeza, un gatito maltés, una víbora total —siempre daba en el clavo—". Cuando Chloe ofreció decorarle los zapatos ("a esos tamangos les vendrían bien unas hebillas") y Dylan no aceptó, ella dijo: "Tenés 48 horas para cambiar de opinión".

Chloe vivía con Ray Gooch, y Dylan a menudo se quedaba a dormir en el departamento —al menos, eso cuenta, mientras describe la alucinante montaña de libros y objetos que encontró allí—. Aspiró un gran caudal de conocimientos y quién sabe qué más; este no es un libro que hable con pelos y señales del lado desenfrenado de su autor. Pero este período de descubrimiento es recordado con emoción, y las opiniones literarias del autor son lapidarias. Le disgustaba el Ulises de Joyce, Balzac le resultaba graciosísimo y dice que una vez se inspiró en los cuentos de Chejov para hacer un álbum. La crítica —que Dylan califica de típica charlatanería— recibió con agrado estas canciones, considerándolas autobiográficas.

¿Cómo podía escapar a semejante vigilancia? El libro se vuelve oscuramente gracioso al describir su exasperación. Años después, en Woodstock y otros lugares, fue perseguido por admiradores y turistas, "chicas que parecían gárgolas" y "espantapájaros", "dementes que caminaban haciendo sonar sus botas sobre nuestro techo". Admite haber abusado del alcohol y visitado Jerusalén en un esfuerzo por perder popularidad. Llegado un momento, funcionó, pese a las ocasionales notas periodísticas del tipo "¿Qué fue del Viejo Bob?". "Ellos también se podían ir a la mierda", subraya.

Parte de Crónicas está dedicada a los esfuerzos de Dylan para reinventarse por muchos medios diferentes. Archibald MacLeigh lo invitó a colaborar en una obra de teatro —que terminó bajando de cartel al tercer día—. Siguió escribiendo canciones, "pero no eran del tipo que te hacen oír un terrible rugido dentro de la cabeza —recuerda—. Sabía cómo eran esas canciones, y estas no eran así". Pensó en aventurarse al mundo de los negocios (una posibilidad fue una fábrica de piernas de madera). Adoptó un nuevo enfoque numerológico hacia las actuaciones en vivo —y aquí, brevemente, el libro se torna extraño—. También es difícil creer en el renacimiento de la energía creativa que logró en una canción que rima "breeze" (brisa) con "cheese" (queso).

Aquellos a quienes les interesan las raíces de la música de Dylan se darán el gusto de rastrear las misteriosas referencias de este libro —por ejemplo la grabación de Darby y Tartleton de "Way Down in Florida on a Hog", para nombrar sólo una—. Dylan está a sus anchas cuando analiza sus canciones preferidas, y finalmente empieza a simpatizar con el tema de sus mujeres favoritas. "De repente, el aire se llenó de hojas de bananero", escribe sobre la primera vez que vio a Suze Rotolo, un viejo amor que figura en sus primeros discos. Suze es un elemento permanente en el Edén del cantante folk, del cual Dylan está siendo expulsado cuando este libro llega a un final lleno de suspenso.

Estas Crónicas, le guste o no al Viejo Bob, lo ponen nuevamente bajo el microscopio. Y aunque este no es el momento de escribir su propio epitafio, Dylan lo ha hecho: "Algunas personas parecen desaparecer pero, cuando verdaderamente se han ido, es como si no hubiesen desaparecido en absoluto".


Publicado por : Diario El Clarin, Bs Aires, Argentina, Domingo 15/01/2006. (c) The New York Times y Clarín.
Escrito por:
JANET MASLIN. Traducción: Elisa Carnelli